...de momento

miércoles, 8 de diciembre de 2010

mis once años VII

El veite de mayo es mi cumpleaños, aquel año cumplía once. Cuando llegué a casa, después del colegio, ví que la abuela había preparado una fiesta: canapés, patatas de bolsa, cola, naranja, chuches,... Había algunas amigas de mi abuela, a quienes apreciaba, y mis hermanos también estaban allí. Estaba muy contenta, sabía que era mi cumpleaños, pero creo que no me esperaba algo así, de hecho algo faltaba. Recuerdo que la abuela preguntó -¿y tus amigas?-. No había invitados a la fiesta. Lo olvidé.
Mis hermanos y yo fuimos, puerta por puerta, llamando a cada una de las niñas con las que solía jugar en el barrio. Algunas no querían venir, no tenían regalo, no las avisé con tiempo. Las convencimos rápido-No hace falta, lo importante es que vengáis-, y era sincera. Ver de repente a todas esas niñas venir conmigo en mi cumpleaños me hizo sentir amiga y acompañada. Lo pasé realmente bien.
Gus y Miguel se quedaron aquella noche a dormir. Como regalo me habían llevado una muñeca de trapo enorme (de las que daban por aquella época en las tómbolas) cargada de polvo. Creí que la habían encontrado por casa, pero me hablaron de Marisa, ella se la había dado para mí. Marisa tenía muchos juguetes; en su familia habían pasado de hermano en hermano, durante años, y ahora, algunos, los teníamos nosotros. Yo no sabía quien era Marisa y eso parecía molestarles.

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